Hoy quiero compartir con vosotras mi experiencia con el emprendimiento. Emprender algo, que me permita vivir, de lo que me gusta hacer y por lo que me motiva trabajar.
¿Por qué emprender?
Después de un tiempo reflexionando sobre qué es lo que quería hacer, que me gustaba y sobre todo que quería ser, llegué a la conclusión: que lo que quería hacer y ser, iba en sintonía con emprender un proyecto nuevo.
Siempre he sido una persona que me ha gustado soñar, que he tenido ideas y proyectos en la cabeza, que escribía sobre un papel.
Me han gustado los retos, los proyectos nuevos y las cosas dónde tuviera que poner mi creatividad.
Después de unos años fuera del mercado laboral, se me hacía muy cuesta arriba, tener que meterme todo el día en una oficina, durante un numero de horas indeterminado al día, y haciendo todos los días lo mismo.
Empecé a hacer una lista de cosas imprescindibles que quería mantener en mi vida, y que no quería sacrificar.
A veces hay que tomar decisiones que pueden ser drásticas, pero que tienen coherencia con lo que sientes, con lo que te hace estar a gusto y bien contigo misma.
Soy madre de un niño y una preadolescente, y cuando hice la lista de cosas imprescindibles, la primera que me vino a la cabeza fueron ellos. Eran los primeros en mi lista. Por ellos, pasé una parte de mi vida fuera de la empresa, y gracias a esto, me he dado cuenta que quiero para mí una vida laboral distinta a la que tenía.
Continué haciendo esa lista, y en ella siempre me venían ideas como :
- flexibilidad y libertad horaria,
- no hacer todos los días lo mismo,
- ser mi propia jefa,
- vivir de lo que gusta,
- que lo que haga tenga un valor y sentido para mí,
- poder disfrutar de mi familia,
- hacer algo que me motive cada día ,
- que me permita aprender,
- que me empuje a superarme, desarrollarme y sobre todo sentirme satisfecha con lo que hago,
- Encontrar el trabajo que me de realización personal y profesional.
Estas fueron muchas de las ideas que escribí en mi lista, y que me hicieron pensar con más fuerza que tenía que emprender algo por mi misma. Algo en lo que tuviera una formación, unos conocimientos y que además me hiciera perder la cabeza…, sí , cuando te obsesionas y no paras de pensar en ello!!.
También pensé que la idea de compartir experiencias sobre mis vivencias personales y profesionales, podría ayudar a otras mujeres, que como yo, habían hecho un cambio en sus vidas, y querían tomar un rumbo diferente, que fuera coherente con las nuevas vidas que habíamos decidido poner en marcha.
Emprender y encontrar tu propósito
Imagen logo «De Tapas» empresa creada con 2 amigas
Probé el mundo del emprendimiento de un negocio, creando con dos amigas una sociedad limitada en Francia de comida a domicilio de tapas españolas. Aquello fue una verdadera aventura, de la que guardo un maravilloso recuerdo, y de la que aprendí muchísimo.
Me dio la experiencia, que hoy aprovecho para no solo consolidar mi proyecto, si no también ayudar a otras mujeres a emprender y desarrollar sus ideas en futuros negocios.
Recuerdo con cariño, cómo la motivación y el empuje nunca nos faltó. Aprendimos y nos formamos porque era lo que había que hacer, para que aquello cobrara forma. Aparte de las formaciones, tuvimos que darle diseño a nuestro business plan, con todo el desarrollo de precios, costes, imagen (creando un logo) y la manera que íbamos a comercializar esa idea.
Partíamos de la base, que a todas nos gustaba cocinar. Esto es un punto muy importante a la hora de emprender.
Pero para emprender un negocio, no solo basta con que algo te guste, tienes que encontrar el por qué quieres hacerlo.
Muchas veces oímos, y yo misma lo he dicho en algún momento, » haz de tus hobbies una profesión». «Si algo te gusta, conviértelo en tu manera de vivir»…
Pero yo me he dado cuenta con el paso del tiempo, que no solo basta con que te guste algo, tiene que haber un propósito detrás.
Tiene que haber una serie de preguntas a reflexionar y responder, que hagan que cuando vengan los momentos de dificultad, de dudas e incluso de ganas de tirar la toalla, digas: tengo que seguir perseverando y luchando por ello, porque hay un propósito, un por qué muy fuerte por el que tengo que seguir trabajando cada día.
Este primer emprendimiento de negocio terminó.
Cada una tomamos caminos diferentes, pero creo que cada una aprendimos y disfrutamos de lo que hicimos, durante el tiempo que aquello nos apasionó.
Pero como pasa en ocasiones con los amores, las pasiones por algunas ideas o proyectos nunca duran eternamente, a no ser que sea algo que realmente tiene ese propósito que te hace tirar y continuar hacia adelante sin descanso.
Descubrí que para mi ese propósito era hacer algo que me sirviera a mí, pero también pudiera ayudar a los demás. Que ayudándome a mi pudiera ayudar a otras personas a lograr lo que ellas quieren. Y poniendo el foco en los demás, fue como descubrí mi propósito o ese » por qué «, a la hora de emprender.
¿Por qué empecé con un Blog?
La idea de escribir un blog no vino de la noche a la mañana.
La primera idea que se me ocurrió, fue crear una Asociación para mujeres, que cómo yo, habían salido del mercado laboral y habían dedicado parte de su tiempo a la maternidad, mujeres que querían desarrollar un proyecto profesional, mujeres que tenían un talento y querían reinventarse profesionalmente, y mujeres que querían descubrir otro camino profesional y reorientarse en otra cosa.
Esta idea de Asociación, fue un primer business plan que creé, y que me permitió determinar a que público me quería dirigir y de este modo, conocer y diseñar mejor que propuestas podía ofrecerles, que tuvieran un valor para ellas.
La idea como tal era buena, y sobre todo, porque me sentía reflejada en todas aquellas mujeres que había descrito en mi proyecto. Yo era parte de ellas.
La siguiente fase fue la pregunta : «¿y por qué no hago algo dónde pueda acercarme a más mujeres?. Seguro que hay expatriadas o mujeres que han pasado por situaciones de cambio en sus vidas, que nunca podrían venir a esta Asociación de manera física, y que también podrían tener la oportunidad de compartir sus experiencias de vida, sentirse acompañadas y comprendidas «.
Así que el siguiente paso fue el Blog.
La Asociación quedó como idea que no dudo que un día pueda realizarse.
Ya me gustaba el mundo digital. Hacía tiempo que escuchaba un podcast de Marketing digital « La Academia de Marketing Digital de Oscar Feito«. Por favor, muy muy recomendable escuchar :lol:, para las que queréis emprender un negocio digital como yo.
Y empecé a leer cosillas sobre Blogs y redes sociales. Y pensé : » ¿ Por qué no compartir mis experiencias con otras mujeres, y también ver si en algo les puedo aportar valor? «.
«Traspasar mi idea de Asociación de mujeres en algo más global, que pueda llegar a cualquier punto del mundo». Wow, eso es pensar en grande!!, pero es que si no lo hacemos, si no nos permitimos pensar en grande, será el miedo el que se encargue de reducirnos a lo pequeño.
La manera de aportar valor a los demás
Yo seguía con mi propósito de acompañar a mujeres en su cambio, en su reinvención, en su desarrollo personal y profesional, como estaba haciendo conmigo misma. Cuando pasas por el proceso, sabes de lo que hablas.
Además, contaba con mi experiencia en recursos humanos y la búsqueda en el mercado laboral. Eso no solo me ha ayudado a mi, si no que también me ha dado las competencias para poder ayudar a otras personas en su inserción profesional.
Pero en todo este proceso….aparece el amigo miedo: miedo a hacer el ridículo, miedo a que a la gente no le guste lo que escribo, miedo a que no interese, miedo a el que dirán…hasta aparece el síndrome del Impostor!! De éste os hablaré en otro capitulo, pero menudo es éste!!.
Tienes que tener muy claro tu objetivo, y volvemos otra vez al propósito o como los japoneses le llaman la razón de vivir o de ser (Ikigai), para que ese miedo no te eche atrás y de al traste con todo.
Empecé a desmontar cada miedo, y a poner por delante el valor que quería aportar a los demás, que ése era y es mi propósito. Me daba cuenta que cada miedo que me venía a la cabeza era siempre pensando en la aprobación de los otros, en lo que piensan, dicen y hacen. Y al final, como en la vida misma, no gustas ni puedes ayudar a todo el mundo.
A los que si puedes ayudar, con tus palabras, experiencias, consejos y vivencias; a estas personas tienes que agradecerles infinitamente que sean parte de tu razón de vida, de tu propósito que te motiva cada día a seguir creando, investigando y aprendiendo, para darles lo mejor de ti.
Espero que os haya gustado esta vivencia que os he compartido, y que el miedo no os arrebate esa razón o propósito por el que queréis luchar en la vida.
Hasta el próximo artículo
Con cariño de una Expat 😉