No sé como explicar la sensación que tienes cuando desembarcas en otro país, y no es para pasar una temporada de vacaciones. Ese cosquilleo por conocer cosas nuevas e inseguridad ante lo desconocido
Cuando llegas, se acumula «tanto» por hacer. Te falta el tiempo para montar otra casa, conocer todo lo que tienes alrededor; en definitiva, construir una nueva vida otra vez.
Por un lado, algo nuevo que más que miedo, estimula. Y cuando tienes mucho que hacer, el tiempo se pasa volando, y no paras ni para pensar.
Hacer muchas cosas sin tener el tiempo para pensar, es una gran ventaja cuando aterrizas en otro país. El hecho de tener que montar una casa, recorrer supermercados e investigar como comprar, ver cuando empiezas tus clases de idioma, y dedicarte a tus hijos para que lo lleven lo mejor posible, hace que no te puedas plantear ir más allá.
Los días pasan, y seguimos montando nuestra nueva vida. Nuestra atención está centrada en eso, y solo cuando llegamos al final del día, si nos queda un pequeño hueco, nos hacemos la siguiente pregunta: «¿bueno, parece que no está siendo tan difícil por el momento?». «Estoy teniendo los días bastante ocupados». Motiva todo lo nuevo que se nos presenta por delante.
Esto los expertos lo llaman en la curva de la expatriación “La luna de miel”. No tienes ni un segundo para pensar en lo que has dejado atrás y en lo que te puedes encontrar por delante. Vas viviendo el día a día.
¿Qué ocurre cuando van pasando los meses?
En mi caso, estaba con un bebé de 1 año, una niña de 3, ocupando un nuevo rol “de ama de casa”.
Dedicaba mis tardes/noches a ir a clases de francés cuando mi marido volvía del trabajo. Mis ganas de aprender venían acompañadas del cansancio de estar todo el día con un bebé y la tarde con la niña. Pero tenía que hacer el esfuerzo, si quería ser independiente y manejarme con el idioma.
Siempre me había buscado la vida por mí misma, y aquí se me hacía raro, que para pequeñas cosas tuviera que hacer un gran esfuerzo, que antes no lo hubiera pensado.
En el momento que te vas a otro país y no conoces el idioma, la gran mayoría de estas cosas cambian. Lo primero, tu día a día es diferente, por ejemplo, no tienes un control del sitio donde estás, ni siquiera tus estudios ni tu experiencia son reconocidos y esto dificulta tu inserción en el mundo laboral, y si no conoces la lengua, dependes de alguien que te ayude para poder resolver problemas de la vida cotidiana, siempre y cuando, encuentres a alguien que te pueda echar una mano.
Hemos hecho un gran cambio, hemos dejado atrás muchas cosas, y la manera de tirar para adelante es ser responsables de nuestra decisión y buscar el aprendizaje rápido para volver a dirigir nuestra vida con toda seguridad. Porque eso, es lo que hemos dejado atrás, la seguridad y el confort.
Tener claro que hay un camino por andar, y que este no va a ser rápido es muy importante. En este camino vamos a encontrar oportunidades siempre que las queramos ver, y si no, todos serán obstáculos. Depende de cómo te tomes las cosas y como utilices tus pensamientos.
Nunca hay que perder ni la motivación ni el pensamiento positivo. Estés expatriada o no. Pero es cierto, que en momentos difíciles, dónde aparecen pensamientos de añoranza, la familia, situaciones difíciles, los pensamientos positivos nos cuentan.
Hay una cosa que a mí me costó aceptar y, a la cual era difícil inyectarle pensamiento positivo, esto fue no cumplir las expectativas que me había marcado.
No tener grandes expectativas e ir viviendo la experiencia según te va llegando, es algo que te ayuda a no tener decepciones y a pensar de manera más positiva.
Con todos estos nuevos roles no te queda otra que reinventar una nueva vida sin viejas creencias y sin expectativas.
Pero de esto, ya hablaré en otro momento….
Puedes tener la suerte que conozcas a personas de tu misma nacionalidad, donde puedas compartir y sentirte identificada. Es una gran suerte, porque tienes donde apoyarte en los momentos de nostalgia, pero no puedes estar todo el día creando una burbuja a tu alrededor y no participar de la sociedad en la que vives.
Hay que obligarse a salir y a tomar el toro por los cuernos. Enfrentarse cada día a esos miedos que te hacen quedarte parada ante determinadas situaciones, donde piensas…bueno, mañana lo intento!
Quizás el moverte, salir, realizar actividades e intentar relacionarte con la gente, aunque tu nivel de idioma no sea bueno, te va a abrir oportunidades e incluso conocer a ángeles de la guardia que están deseando dar lo máximo de ellos para ayudarte.
Yo me encontré con uno de estos ángeles en los primeros meses de mi expatriación. Hay gente que no creen en ellos, pero existen. Decidí coger su mano y dejarme llevar.
Ese ángel de la guardia sabía hablar mi idioma y era del país. Fue mi bastón en un tiempo de mi vida. Esta mujer me ayudó a contactar con otras mujeres francesas, que como yo, estaban en casa cuidando de sus hijos; se reunían 2 veces por semana para charlar, tomar un café y hacer una actividad con sus bebés.
Este ángel de la guardia me llevó de la mano a este grupo, me presentó, me instaló, y aunque no estaba todo el tiempo conmigo, yo sentía su presencia cerca de mí. Y allí estaba yo, con mi corto dialogo en francés, pero sintiendo que aquello era una oportunidad para no estar sola y para abrirme al país donde vivía.
Este ángel nació en el seno de una familia extranjera. Pudo vivir en primera persona, ser hija de extranjeros, nacida en Francia. Ella mejor que nadie, sabía qué era lo que yo necesitaba.
Esa fue la primera oportunidad que la expatriación me dió, para perder el miedo y aprovechar cada minuto de mi vida.
Salí a buscar… y encontré.
Siempre he querido ver en todo lo que se me ha presentado, una oportunidad. He querido tener la actitud de querer aprender. Y que la soledad sea una elección y no una obligación. En este viaje, es muy importante la actitud que pongas en todo lo que haces y en todo lo que te encuentras.
Es cierto que tenemos un gran enemigo. Como dice una amiga “caer en el lado oscuro”, que no significa otra cosa que liarte a pensar en lo que no te conviene. Pero de pensamientos os hablaré en otro post.
Resumiendo:
Salir, buscar la acción y ver en todo una oportunidad para incorporarla a tu nueva vida puede ser un buen consejo.
Un abrazo
Ana