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¿Te cuestas trabajo reconocer todo lo que has conseguido, y no eres capaz de ver tus éxitos?
¿Sientes que nunca estás lo suficientemente preparada y capaz para asumir nuevos retos?
¿Te auto-exiges demasiado y por ello nunca tienes la seguridad de estar haciendo las cosas bien?
¿Tienes miedo a fracasar y que esto se sepa en tu entorno y públicamente?
¿Estas siempre comparándote con los demás y esto hace que minusvalores tus capacidades y habilidades?
¿Cuándo algo te ha salido muy bien y has tenido éxito, piensas que ha sido por suerte o casualidad?
¿Nunca celebras tus éxitos y logros porque no los crees como tuyos?
¿Tiendes a recordar con más frecuencia tus errores que tus aciertos?
¿Eres incapaz de aceptar elogios y siempre sientes que estás exagerando, y que no es para tanto?
¿Tienes miedo a emprender por temor a fallar?
¿Dependes de la opinión y el reconocimiento de los demás para saber si estás haciendo las cosas bien?
¿Tienes miedo a la opinión de los demás porque te cuestas trabajo escuchar las criticas?
Si a la mayoría de las preguntas has contestado que sí, no te preocupes no eres la única.
Bienvenida al Club de las mujeres que alguna vez en nuestra vida hemos sufrido el “Síndrome del Impostor”.
Voy a explicaros un poco que significa esto. En internet podéis encontrar un montón de artículos hablando de este tema. Yo os voy a hablar desde mi experiencia y la experiencia de mujeres a las que acompañado en sesiones de consultoría y coaching.
Primero voy a definiros un poco que es esto del “Impostor”.
DEFINICION DEL SINDROME DEL IMPOSTOR
Fueron las psicólogas estadounidenses Pauline Rose Clance y Suzanne Imes quienes acuñaron el término en 1978.
Clance observó cómo algunas estudiantes brillantes manifestaban dudas sobre sus capacidades y no se enorgullecían de sus logros ya que temían ser calificadas de farsantes. Se dio cuenta que era algo que se daba más en el genero femenino que en el masculino.
Las investigadoras descubrieron que, en muchas ocasiones, las personas con síndrome de impostor fueron valoradas por su inteligencia en la infancia. Pero llegados a la universidad o a un nuevo trabajo más complicado caían en la inseguridad profesional y el autosabotaje.
A las investigaciones se sumó el trabajo de Joan C. Harvey, quién en 1985 escribió el libro
“If I’m So Successful, Why do I feel like a Fake: The impostor Phenomenon”.
Según un estudio de 2011 publicado en el International Journal of Behavioral Science, cerca del 70 por ciento de personas han lidiado con el síndrome del impostor alguna vez en su vida.
Los rasgos característicos de este Síndrome son:
- Falta de reconocimiento propio, de nuestras competencias y habilidades.
- Inseguridad para enfrentarnos a nuevos retos debido a las dudas que tenemos sobre nuestra valía.
- Nos auto-exigimos demasiado porque no pensamos que estemos haciendo las cosas bien del todo. Nunca estamos contentas con los resultados que obtenemos.
- Nunca es suficiente nuestros conocimientos y lo que sabemos, siempre existe el miedo de no estar a la altura. De ahí, que en ocasiones no tengamos la fuerza para dar un paso más allá.
- Nos cuesta aceptar el fracaso. Aun lo vemos como algo negativo y no como una oportunidad para analizar los errores y aprender de ellos, para que no vuelvan a suceder. Es más fácil conformarnos con no asumir retos más importantes, cambios o nuevas experiencias.
- Tenemos miedo a las criticas de los demás. Qué puedan pensar de nosotras y qué puedan decir de nosotras. Dependemos del reconocimiento y la opinión de los demás para sentirnos más seguras a la hora de seguir dando pasos.
- Nos ponemos unos estándares muy altos. Nos comparamos con personas que para nosotros son un modelo a seguir, y tendemos a sentirnos pequeñas ante esta comparación. Y por el contrario no nos fijamos en los pequeños pasos que vamos alcanzando, y en los logros y resultados que conseguimos. Siempre nos fijamos en los éxitos de los demás y no en los propios.
- No somos conscientes de nuestras fortalezas, y si por el contrario lo somos, no creemos que son nuestras. Cuando alguien nos elogia y habla de todas las cualidades y capacidades que tenemos, de todas esas fortalezas que nos hacen lograr buenos resultados, no lo sentimos como nuestro. Pensamos que están exagerando y que no es para tanto.
Estos rasgos son mucho más comunes de lo que pensamos y nos hacen ser mucho más conservadoras a la hora de tomar nuevos retos y oportunidades, y por tanto, nos lleva a tener pensamientos de autosabotaje, que no nos dejan demostrar la valía que tenemos, que muchas veces nos afectan en nuestra vida profesional desempeñando nuestro puesto de trabajo.
NO RECONOZCO MIS LOGROS Y EXITOS
Cuando comencé a escribir mi blog y hacer publico parte de mis experiencias, conocimientos y también mis sentimientos, es cuando pude experimentar y darme cuenta, de que había miedos y situaciones en las que no me sentía cómoda. No solo tenía miedo a la critica o a lo que pudieran pensar sobre lo que escribía, sino que también sentía que tenia que estar a la altura en cuanto a los temas que trataba.
Cuando comienzas un proyecto de emprendimiento, como en mi caso las consultorías de orientación laboral y el acompañamiento para el desarrollo profesional de mujeres, empiezas a experimentar la sensación de que igual no lo sabes todo, te sientes que no eres lo suficientemente experta, que igual tienes que dedicarle más horas de estudio e investigación….
Te comparas con otros expertos del sector, otros blogs… y siempre los ves mejor que el tuyo, más profesionales…nunca sientes que lo que estás haciendo es perfecto.
Poco a poco te das cuenta, como en mi caso, que el principal motivo de tu emprendimiento es aportar valor a los demás, intentar ayudar con tus experiencias y conocimientos a los demás y no querer alcanzar la perfección, ya que esta no existe. Siempre habrá cosas que mejorar, aprender e investigar.
Este perfeccionismo y autoexigencia, en muchas mujeres, hace que nunca estén preparadas y que tengan el miedo de tomar posiciones de más responsabilidad en sus carreras profesionales o en sus proyectos de emprendimiento.
Hay un ejercicio que realizo con mis clientas en las sesiones de consultoría, y es hacer una lista de todos los logros o buenos resultados que han tenido en su carrera profesional.
Es muy importe conocer esto, porque es un ejercicio que nos ayuda a poder mostrar todo lo que valemos y porque somos las mejores para ocupar ese trabajo o realizar esa tarea que tanto deseamos.
Ante este ejercicio, muchas de ellas se han visto bloqueadas y han tenido dificultad de encontrar más de dos logros realizados por ellas mismas.
¿Por qué nos cuesta tanto reconocer lo que hacemos bien o extraordinariamente bien?
En el día a día no nos paramos a pensar qué son aquellas cosas que hemos realizado ,que han supuesto una mejora o han generado un beneficio tanto para nosotras como para el entorno en el que estamos (empresa, amigos, familia).
No nos sentimos responsable de las cosas que hacemos de manera extraordinaria y que tienen un reconocimiento por parte de los demás, pero que nosotras no lo valoramos.
Con una de mis clientes fue mucho más fácil comenzar el ejercicio por aquella tarea o trabajo que hizo, y que no sintió un reconocimiento por parte de su jefe y su empresa. Partimos del sentimiento negativo que experimentó por realizar un esfuerzo importante en un determinado trabajo y no tener el aplauso y la palmada en la espalda de sus superiores o incluso colegas de profesión.
De este modo, le fue más fácil comenzar a listar los logros o resultados del ejercicio.
Es curioso cómo es más fácil partir del sentimiento negativo hacia lo que esperamos que nos digan los demás, que ser nosotras mismas las que reconozcamos aquello que hemos conseguido con esfuerzo, y al final fue un buen resultado y beneficio.
NO ME SIENTO LO SUFICIENTEMENTE PREPARADA PARA ALCANZAR METAS MAS GRANDES
Algunas mujeres con las que he tenido relación personal o profesional, e incluso alguna cliente que ha acudido a mis servicios profesionales, me han contado que tuvieron la oportunidad de conseguir un ascenso en su empresa, pero que no dieron el paso a presentar su candidatura, ya que pensaban que no iban a ser tenidas en cuenta.
Es curioso, pero de igual modo, se da el caso de mujeres que están en búsqueda de empleo, y que, revisando ofertas para poder enviar su CV, no se veían lo suficientemente preparadas y capaces para enviar sus candidaturas. Siempre había algún problema o algo, que les hacía finalmente desistir y no enviarla.
La mujer paso de estar en la casa como madre y esposa, a salir a la vida publica accediendo al mundo del trabajo.
Nosotras mismas somos las que nos imponemos una alta exigencia. De ahí que no solo defendamos nuestro trabajo, sino que nos seguimos ocupando en mayor porcentaje de la crianza de los hijos y las labores del hogar.
Las Super-mujeres tienen que estar a todo, pero al fin de cuentas, es muy difícil concentrarse en nada. Como dice el refrán, el que mucho aprieta poco abarca.
Sentimos la culpabilidad de no poder dedicar el tiempo suficiente a nuestras carreras profesionales y a nuestra familia. Incluso, aquellas hay mujeres que sienten que no pueden aspirar a mucho más porque no tienen la iniciativa ni el empuje de algunos hombres.
Este exceso de responsabilidad por hacer todo perfecto, por tener organizado y controlado todas las áreas de nuestra vida es algo imposible. Además crea el sentimiento de no estar a la altura de las circunstancias y, por tanto, se merma la confianza y la estima que tenemos hacia nosotras.
Este Síndrome puede afectar a la carrera profesional, ya que si estás convencida de que no estás a la altura en un empleo, esto hará que no asumas riesgos, nuevos retos, que no te expongas a realizar trabajos de mayor envergadura etc.
No soportar las críticas, aunque estas sean constructivas, y tener miedo a comer errores es uno de los síntomas que mas se dan entre los profesionales. De ahí que sea muy importante, tener muy presentes nuestros logros y también revisar nuestras fortalezas.
Toda esta situación hace que las personas se sientan como un “fraude” y que tengan el miedo y la preocupación de ser “desenmascaradas “.
¿CÓMO PUEDO ACABAR CON EL IMPOSTOR?
- Cultivar nuestra autoestima y autoeficacia puede ser una forma de prevenir el Síndrome del Impostor. Trabajar el autoconcepto y las creencias que tenemos de nosotras, es muy importante para no tener dudas sobre lo qué hacemos y cómo lo hacemos.
- Hay que identificar y modificar las creencias y patrones de pensamiento que mantienen este problema. También ayuda a identificar los pensamientos negativos. Pensamientos como: “No soy lo suficientemente buena para esto”, “No merezco esta oportunidad” o “tuve suerte con esto”, tenemos que empezar a identificar y analizar.
- En ocasiones si esto sucede tan a menudo, que nos produce ansiedad, angustia y nos bloquea en nuestra vida cotidiana, es interesante que acudas a un especialista que te ayude a trabajar todas las creencias y pensamientos que te están generando esta situación.
- Nadie es perfecto y la perfección no existe. Muchas veces no entregamos algo a tiempo, revisamos las cosas 200 veces, repetimos algo hasta aburrirnos, porque no estamos seguras y porque nunca lo vemos completamente terminado.
En el mundo del emprendimiento, afrontamos proyectos nuevos cada día, pero muchas personas no se lanzan a dar el salto para formalizar su empresa, para publicar su pagina web, su blog etc., porque nunca consiguen ver las cosas bien o perfectas, y esto hace que nunca comiences a caminar en el proyecto. Siempre se pospone.
- Haz una lista de tus fortalezas y de todo lo que se te da bien. También haz memoria de todas aquellos proyectos o situaciones de las que saliste airosa, te felicitaran o no, y que quedaste satisfecha por lo que conseguiste. Es muy importante, cuando aparezca el impostor, tener presente todos nuestros logros y éxitos.
- Deja de compararte. Compararse de forma desfavorable con los demás, es uno de los factores que favorecen el síndrome del impostor y potencia los sentimientos de incompetencia. Cuando nos comparamos con persona de nuestro sector que son exitosas, solo vemos la fachada, pero no sabemos que hay detrás. Cada persona es única, y nosotras tenemos que valorarnos como tal. Cada una tenemos nuestro propio bagaje, nuestra propia experiencia, y no puede ser comparada con la de nadie más.
- Huye de las personas toxicas que no te aportan criticas y feedback constructivos, y que solo envidian tus logros y te critican de manera negativa y haciendo daño por todo lo que haces.
Saber que no somos las únicas que en algún momento hemos sufrido el impostor, hace que no lo veamos tan grave y que además tiene solución.
Aceptarnos y conocer como somos, es una de las mejores cosas a hacer para acabar con este Síndrome, que puede bloquearnos y no dejar que avancemos en la vida que queremos vivir.
Espero que os haya servido este artículo de utilidad y que, si algunas pasáis por momentos y sentimientos así, tengáis al menos una ventana abierta para reflexionar y poner soluciones.
Hasta el próximo artículo
Un abrazo
Ana