Hoy quería compartir con vosotras unos de los sentimientos más complicados, cuando estás viviendo en otro país.
Desde el primer día que llegue, siempre he sido para los demás una extranjera, y eso no hay duda, es uno de los cambios de identidad que se produce cuando cambias de país. Ese cartel de extranjera no solo lo llevas en el día a día, sino que se instala en tu cabeza, y para muchas personas se sienten incapaces de irse quitando limites para hacer cosas que harían en su países de origen.
Aprender el idioma: clave para la integración, libertad y autonomía
Una de las primeras cosas que no puedes ocultar y que te hace ser y sentir extranjera es el idioma. Aprender otro idioma en la edad adulta es uno de los retos más importantes que he tenido, y se convierte en un handicap para tu vida diaria, si no empiezas a dominar un poco el idioma, esto se convierte en una barrera para hacer muchas cosas.
No hablar el idioma te limita para tener relaciones sociales, laborales e integrarte en la sociedad en la que vives. Y la integración debería de ser el objetivo de todo expatriado, si no quieres sentirte extranjera siendo extranjera. Parece un trabalenguas , pero tiene un profundo significado la frase.
Una persona puede ser extranjera, pero estar completamente integrada con la cultura, aceptar las diferencias y sentirse participe de la comunidad dónde vive, desarrollándose personal y profesionalmente.
Esta persona será extranjera para el resto, pero no se sentirá extranjera, porque no es extraña al medio en el que vive, se siente participe del país dónde vive.
Hablo siempre desde mi experiencia. Cuando llegué no conocía el idioma. Fue mi duro aprenderlo y la única manera que me hizo avanzar fue ponerme un objetivo. Tener un objetivo o propósito para aprender un idioma me hizo tomarme muy en serio el aprendizaje, desde asistir a clases, como ver solo la televisión en francés, escuchar la radio en el coche, apuntarme a un montón de actividades dónde pudiera practicarlo etc..,
Tenía un doble propósito : buscar un trabajo e integrarme lo antes posible al lugar dónde vivía, porque sé que si no iba a sufrir con el tiempo. Iba a añorar mucho más mi ciudad, mi país y mis costumbres. Y la añoranza iba a ser con mucha tristeza y pérdida.
Aún lo recuerdo y se me pone los pelos de punta, cuando iba al parque con mis hijos, y no podía hablar con ninguna de las madres que estaban allí, me sentía fatal, me sentía extranjera. La sensación de estar completamente fuera de lugar.
Decidí en ese momento, que no sabía cuánto tiempo iba a estar en Francia, pero que tenía que ponerme las pilas con el idioma, y dejar de tener ese sentimiento. Tenía que formar parte del lugar dónde vivía, no podía sentirme aislada.
Hasta ese momento, no conocía a ningún español por dónde vivía, y el aislamiento y la soledad no eran fáciles de llevar. Intentaba estar todo el día ocupada con la casa, los niños que eran muy pequeños, y a la espera que llegará mi pareja para tener una conversación decente e interesante de adultos.
Tenía que salir rápido de esa situación. No era fácil asistir a clase. Tenía que ir por las tardes, porque era el momento que mi pareja volvía a casa para ocuparse de los niños.
No falté ni a una sola clase, porque tenía la motivación de aprender para no depender. No depender de encontrar a alguien que supiera español y me ayudara, o no depender de ir acompañada por mi marido al médico, para poner las vacunas a los niños, por ejemplo.
Quería tener mi libertad y autonomía para poder hacer las cosas normales en los días normales, para ser extranjera pero sin sentirme extranjera.
Ponerte un objetivo o propósito : aumenta tus posibilidades de integración
Los días pasan, los años pasan y vas mejorando en el idioma, y debes ponerte el siguiente reto: ahora tengo que subir un escalón más, y empezar a estudiar el idioma desde un plano más profesional, estudiarlo con la idea de hacer algo más que ocuparme de la casa y los niños. Salir un poco de la misma rutina, para tener otros objetivos que me dieran vidilla en el día a día.
Hacer una formación profesional: Aprendizaje del idioma con un objetivo
Hacer una formación de mi ámbito profesional fue mi siguiente objetivo, el de la búsqueda de empleo aún quedaba muy lejos, pero todo «llegaría a su tiempo«. Esta última frase es muy importante para una Expat, » las cosas van llegando a su tiempo «. Así que mucha paciencia.
Ya tenía un grupo bastante grande de españoles que conocía y vivían no muy lejos de mi. Me aportaban poder hablar y desahogarme de los momentos durillos que se viven cuando echas de vez en cuando de menos tu país. A echarnos unas risas por las cosas cómicas que nos pasaban. Como si estuviera en España, pero sin tener a España. Pensé que había que equilibrar la balanza. La balanza entre España y Francia. La balanza entre lo que soy y como quiero sentirme. Y quería sentirme bien en el lugar dónde estaba. De ahí que empecé a abrir mi entorno, a mezclar más mi entorno entre los dos países. Esto lo explico en unos de mi últimos post, por si quieres leerlo
«Tu entorno determina la altura de tu éxito»
Ya pensaba en mi siguiente objetivo, hacer una formación profesional que me permitirá aprender el idioma de tal manera, que pudiera más adelante desarrollar algún proyecto que hiciera sentirme realizada.
La formación me aportó no solo mejorar el idioma sino también conocer a mucha gente de otros entornos, que me enseñaron a apreciar cosas de la cultura del país en el que vivo. A conocer que ni todo es tan malo, ni todo es tan bueno. Sino todo lo contrario, diferente. Me enseño a estar abierta a la diferencia, y que dentro de ella participaba yo como extranjera pero sin sentirme extranjera.
Poco a poco me fue gustando lo que vivía y dónde vivía. Y la única manera que encontré para ello fue mezclándome, abriéndome y buscando aquello que me ayudará a pertenecer al lugar dónde vivo. De sentirme acogida, de sentirme comprendida en la diferencia, de ser extranjera pero siendo yo misma. De compartir mi cultura y sentir que hay gente que la aprecia y la quiere conocer, como yo quiero implicarme y conocer la suya.
No hay un gran secreto para ser extranjera y no sentirse extranjera. Cada una lo vive desde su experiencia. Aquí he contado lo que yo he vivido. La experiencia de respetar las costumbres y la cultura del país dónde vivo, y compartir y explicar mi cultura y mis costumbres como un intercambio enriquecedor.
No todas las experiencias han sido maravillosas con las personas que me he cruzado, pero solo me quedo con aquellas que si lo fueron. Guardo a aquellas personas que viven en el respeto, la apertura y la diferencia. Cualidades que he aprendido para seguir siendo extranjera pero sin sentirme extranjera.
Con gran cariño de una Expat 😉