Hoy quiero compartir con vosotras uno de los mejores viajes que he hecho desde que soy expatriada y vivo en otro país.
Un viaje que me llevó a la reflexión y a un cambio completo en mi vida y la manera de ver las cosas.
Esta experiencia parte de las ganas que he tenido siempre de hacer cosas nuevas y de lanzarme, a todo lo que me he propuesto. A veces ha salido bien y otras no tanto, pero siempre he aprendido más de lo que esperaba.
Durante años buscando trabajo, en un mercado laboral nada fácil, y con el hándicap (eso creía yo) de extranjera, decidí que paraba y no seguía buscando más. No seguía enviando Curriculum vites, ni mirando más ofertas de empleo.
Esta situación me estaba frustrando cada día más, y no estaba ayudando para nada a mi autoestima. Todo lo contrario, me estaba creando pensamientos negativos que cada vez se instalaban más y más en mi mente. Necesitaba parar. Sentarme a reflexionar. Conocer y saber porque no estaba funcionando todo lo que hacía.
Decidí que no buscaba más trabajo. Y eso me tranquilizó. Me hizo sentirme un poco liberada. Curioso!, pero era cierto. Estaba generando en mi un peso y un estrés, que no me dejaba pensar. Tenía tal compromiso con encontrar un trabajo…que hacía cosas sin una orientación ni una estrategia que me dieran buenos resultados en esa búsqueda.
Esta tranquilidad y este tiempo que me di, me sirvió de mucho. Me sirvió para:
1. Pensar y reflexionar sobre mi vida actual
2. Ver qué era lo que quería hacer y lo que no quería hacer
3. Qué valores eran importantes para mí
4. Qué cualidades personales tenía, que podía potenciar y con las cuáles me sentía bien
5. Cuáles eran mis miedos y mis barreras mentales
6. Ver por qué me proyectaba todo el tiempo en el futuro. Me angustiaba la incertidumbre de ese futuro
7. Descubrir, que hacía en mi vida diaria que me hacía sentir bien. Que habilidades o talentos tenía y parar un momento a reflexionar sobre ello.
8. Valorar todo lo que tenía y dar gracias por ello. Este punto me hizo poner los pies en la tierra y sentirme privilegiada por todo lo que había conseguido , y la vida me había dado.
9. Decidí aprovechar cada momento, cómo un aprendizaje. Ver todo aquello que tenía que aprender como parte de mi proceso.
Este viaje interior me hizo descubrir que aun tenía muchos miedos, a los cuales no me había enfrentado. Uno de estos miedos era no sentirme capaz de enfrentarme a algunas situaciones, porque me sentía extranjera, pequeña, no me estaba dando el valor que realmente tenía.
Un día descubrí una formación de “confianza en ti” solo para mujeres. Gracias a todas estas preguntas que me había hecho, decidí hacerlo. Necesitaba hacerlo.
Me presenté al proceso de selección. Eran cursos reducidos para 13 mujeres. Tuve que hacer una presentación de mi y de mis motivaciones para hacer este curso.
Preparé un poco el discurso, pero cuando me dispuse a hablar, salió algo muy diferente a lo que había preparado. Salieron mis verdaderas motivaciones:
1. Me sentía muy extranjera todavía
2. No encontraba mi sitio. No sabía en que podía aportar valor
3. Estaba feliz con la vida familiar que tenía, como madre, como esposa, pero no me sentía del todo realizada con mi faceta de mujer
4. Sentía en algunos momentos que el tiempo se me iba, y esto me angustiaba mucho
5. Qué me hacía mayor y no veía por dónde dibujar mi camino
Todo esto no era lo preparado, pero era lo que realmente sentía. Y esto no me ayudaba a tener la confianza suficiente en mí, para tomar decisiones importantes en mi vida.
Conseguí entrar en la formación y empecé a trabajar mucho en mí. En las cosas que me gustaban hacer, en lo que valoraba de mí, en ideas y sueños que tenía en la cabeza y que las veía irrealizables.
En esta formación descubría cuales eran mis puntos fuertes, que valores y cualidades positivas tenía y como podía aportar esto a los demás.
Me di cuenta que tengo muchas cosas que ofrecer a los demás, y que eso me hace sentir muy bien. Que tengo una gran capacidad de escucha, de empatía, de ganas de motivar a los demás, de animar y hacer grandes cosas. De estar al lado de los que más necesitan. De ser un apoyo y acompañar a aquellos que se sienten solos y necesitan una palabra positiva en un momento de oscuridad.
Aprendí que las cualidades personales hay que potenciarlas, y en mi caso, en todos los ejercicios que hacíamos, la más importante era el servicio a los demás.
Aprendí que tenía unas competencias profesionales muy potentes. Tenía una trayectoria de 13 años en Recursos Humanos, y todos esos conocimientos y habilidades que había aprendido no podían caer en saco roto. Había que aprovecharlas.
Descubrí que podía combinar mis cualidades personales con mis habilidades profesionales, y encontrar un camino profesional por el que enfocarme.
Es así, como llegué a una profesión apasionante : acompañar a personas en su proyecto profesional y ayudar a personas a encontrar su vocación y su propósito de vida.
Pero aún tenía la sensación de que esto no era posible!! Sabía que tenía las cualidades personales para acompañar y ayudar. Tenía los conocimientos y la experiencia profesional, pero no sabía si iba a ser capaz de desarrollar este nuevo camino. Me falta lo de siempre…un pequeño empujón. Lanzarme.
Decidí llamar a alguna puerta. Me ofrecieron los contactos para poder hacerlo. Y me vi en la obligación de llamar. Tenía que hacerlo. ¿Y si detrás estaba mi oportunidad?.
Llamé a unas de esas puertas con mis experiencias y conocimientos, con mis habilidades y cualidades.
Y esa puerta se abrió. Me dejó explorar un mundo lleno de emociones, de trabajo bien hecho, acompañando codo a codo a encontrar muchos sueños, a desarrollar muchos proyectos profesionales y personales en momentos de dificultad.
Era capaz de desarrollar una vocación en un mundo, dónde siempre me había sentido extranjera, y dónde la única que me hacía sentirme así, era yo mismo.
Tengo muchas cosas que aportar a los demás. Y sobre todo sentía y siento que lo que hago me hace vibrar, me hace estar en sintonía con lo que quiero, con todo lo que reflexioné cuando me di un tiempo. Conmigo, con lo que soy. Descubrí quién soy, y encontré aquello que me hace sentirme en ese “Ser”.
Esta vocación la he convertido en un propósito de ayuda y de servicio a los demás. Es mi mayor logro y realización. Hoy por hoy, da sentido a una parte de mi vida.
Si no has encontrado esa vocación o ese propósito que te haga sentirte realizada.
Si sientes que te falta algo, que no terminas de encajar en la vida que tienes, que sigues una rutina, y al final del día no te sientes satisfecha con todo lo que has hecho…
Te invito a que te tomes un tiempo para ti y trabajes los 9 puntos que yo hice. Pero desde un compromiso contigo misma, y diciéndote la verdad.
1. Pensar y reflexionar sobre mi vida actual
2. Ver qué era lo que quería hacer y lo que no quería hacer
3. Qué valores eran importantes para mí
4. Qué cualidades personales tenía, que podía potenciar y con las cuáles me sentía bien
5. Cuáles eran mis miedos y mis barreras mentales
6. Ver por qué me proyectaba todo el tiempo en el futuro. Porque me angustiaba la incertidumbre de ese futuro
7. Descubrir que hacía en mi vida diaria que me hacía sentir bien. Si tenía alguna habilidad o talento en el que me tuviera que parar un momento a reflexionar.
8. Valorar todo lo que tenía y dar gracias por ello. Este punto fue muy importante para mí. Me hizo poner los pies en la tierra y sentirme privilegiada por todo lo que había conseguido y la vida que tenía.
9. Decidí aprovechar cada momento, cómo un aprendizaje. Y ver todo aquello que me faltaba por aprender como parte de mi proceso interior.
Nos vemos en el próximo post.
Con gran cariño de una Expat 😉
Gracias Anita! siempre transmitiendo tanta fuerza para adelante! Es cierto que si no nos paramos a reflexionar, a enfrentar nuestros miedos, a escucharnos, no damos luagr a lo que puede llegar a venir…